viernes, 2 de mayo de 2014

Un Nuevo Estudio Revela Como La Marihuana Cambia Los Cerebros De Los Consumidores Jóvenes

El consumo de marihuana se ha convertido en un tema apasionante, con fuertes defensores tanto del lado de los que abogan por su uso médico como de los que defienden su uso recreacional. Es muy difícil para un padre decidir sobre esto, y es aún más difícil para que los jóvenes sepan el camino que deben tomar. ¿Es la marihuana tan inofensiva como dicen algunos? En realidad, existen estudios científicos que proporcionan evidencia sobre el daño que hace la marihuana cuando la persona comienza a fumarla. Acabamos de recibir la noticia de un nuevo estudio que revela los cambios que se producen en el cerebro de los jóvenes que fuman la droga. Lo que hace que este estudio sea importante es que los consumidores de marihuana que se estudiaron fueron sólo los fumadores ocasionales. Eso significa que fumaban menos de cuatro veces por semana. Por lo general, los estudios siguen los cambios en el cuerpo o en el comportamiento de las personas que consumen drogas en grandes cantidades. Este nuevo estudio fue publicado en The Journal of Neuroscience, y afirma que hubo cambios anormales en el tamaño y en la densidad en cuatro partes diferentes del cerebro en los consumidores de marihuana y no hubo cambios en un grupo similar de no consumidores. Es alentador encontrar estudios científicos que ayuden a las personas a saber que el uso de la marihuana está lejos de ser inofensivo. En nuestro trabajo para ayudar a recuperar a los adictos, hemos visto de primera mano, el daño causado por el consumo de marihuana. Algunas personas se vuelven adictas y sufren los cambios en el comportamiento y en el pensamiento que caracterizan a la marihuana – apatía, letargo y pérdida de motivación. Hay muchos más efectos de la hierba, tanto a corto como a largo plazo. Otras personas empiezan a fumar marihuana, tal vez con el alcohol o por sí sola, y avanzan hacia el uso de otras drogas. Una vez que fumar hierba se hace aceptable para la persona, es mucho más fácil el usar otras drogas como los analgésicos o como la cocaína.

jueves, 1 de mayo de 2014

Cuando todo es fútbol

Creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos. Hechos 15:11 Algunas semanas de competición no son nada llamativas para los que no se interesan en el fútbol, ¡y que tienen buenas razones para no estar apasionados por la «Copa del mundo»! A veces se oye decir que «lo más importante de la vida es el fútbol». No discutimos que alguien pueda sentirse feliz en un estadio. Pero esa pasión, ¿puede por sí sola colmar nuestras aspiraciones más profundas? ¿No nos hace olvidar que estamos buscando un sentido a nuestra vida y una felicidad duradera? La Biblia nos dice que el mundo de hoy está condenado porque vive lejos de Dios, sin preocuparse por sus derechos. Por ello el hombre está tan turbado y muy a menudo es infeliz. Desgraciadamente todo lo que hace para olvidar sus fracasos lo prepara para un despertar mucho más doloroso, cuando tenga que comparecer ante Dios, juez soberano. Pero Dios le tiende la mano y le ofrece la reconciliación. Dio a su Hijo en sacrificio para salvar a los seres humanos. Todo el que lo desea puede, pues, ponerse en relación con él y conocerlo personalmente. Si usted acepta lo que Dios le ofrece, creyendo lo que dice, pues su Palabra es la verdad, entra en una relación con él. La seguridad, la paz, el gozo y la esperanza que Dios da llenarán sus pensamientos. Entonces podrá apreciar en su justo valor todo lo que suceda. Los legítimos placeres cotidianos no lo dejarán solo y desamparado cuando, tarde o temprano, desaparezcan.

lunes, 28 de abril de 2014

EL ALCOHOL,LO QUE QUITA

El alcohol quita las manchas a la ropa. Pero eso no es lo único que el alcohol quita. El alcohol también quita la ropa. Por extraño que parezca, el alcohol no sólo hará esto al hombre que lo beba, sino que también a aquellos por quienes él tiene responsabilidad. El alcohol quita al hombre la ropa que lleva puesta. Quitará a la mujer sufrida la ropa que ella lleva puesta también. Hasta a los pobres niños del hombre que se encuentre metido en el alcoholismo les quitará la ropa también. El alcohol quita la sonrisa al rostro de las madres y esposas. También quita la sonrisa de los padres y maridos. Quita la risa de los niños inocentes. Le quita hasta la alegría durante la hora de jugar. El alcohol quita el calor al hogar. Se vuelve en un lugar frío y poco agradable. En cuanto a lo que quita, el alcohol no tiene igual. Quita casas limpias y deja el desorden. Quita la plenitud y deja la pobreza. Quita la honestidad y deja la vergüenza. Quita el honor y deja la humillación. Quita la dignidad personal y deja la aflicción. El alcohol no solamente quita algunas manchas a la ropa; también crea otras. Puede manchar repentinamente una reputación. Y peor que eso, puede manchar y deformar el carácter. Puede echar a perder el porvenir brillante de cualquier hombre o mujer que se entrega a él. Y al fin puede arruinar a la persona que se encuentra atrapada en sus redes engañosas. El alcohol puede marcar al hombre para toda la vida con su mancha maldita y puede quitar del ser humano, sea pequeño o sea grande, todo lo que hace la vida digna y lo que vale la pena. Pero eso aún no es lo peor que le puede pasar a un hombre. El verdadero mal es que el alcohol borrará el nombre del hombre del Libro de la vida. Quitará de su corazón toda esperanza de alcanzar un compañerismo con Dios y los hombres santos, tanto ahora como en la eternidad en los cielos. "No erréis; ni los fornicarios . . . ni los ladrones . . . ni los borrachos . . . heredarán el reino de Dios" (1 Corintios 6:9-10). Hay un antídoto para este veneno que quita todo lo que es bueno. Ese antídoto es la fe en Jesucristo. Hasta el más desesperanzado alcohólico puede confiar en él para obtener la salvación. Cristo no solamente perdona al culpable, sino también purifica el corazón de toda iniquidad. "El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, y cualquiera que por ellos yerra no es sabio. Al fin como serpiente morderá, y como áspid dará dolor" (Proverbios 20:1 y 23:32).